lunes, 12 de septiembre de 2011
MIL RAZONES por Isaac Gonzalez
Llevamos media vida viendo películas en la tele en las que un chico se arrodilla delante de una chica y le dice ¿te quieres casar conmigo?; es una imagen que ya tenemos metida en nuestra memoria y parece que está como en el guión por el que algún día habrán de discurrir nuestras vidas. Bueno, mejor dicho, vuestras vidas, las vidas de las personas heterosexuales… hace pocos años que la sociedad nos empezó a tener en cuenta y no sin poco protestar, se fue haciendo un hueco en la “normalidad” de la gente esa imagen en la que un chico pedía matrimonio a otro chico o una chica se lo pedía a otra chica…
Esto se pudo dar gracias a que hay países, como el nuestro, que dieron el paso a reconocer la igualdad legal de las personas homosexuales. Hace ya cinco años que mi chico y yo subimos la escalera del palacio de María Pita de nuestra ciudad a dar el “sí quiero” y parece que fue ayer. Parece que cada vez a menos gente le extraña y que cada vez surgen menos recelos en la sociedad a los cambios habidos en esa institución.
Pero bueno, dejémonos de rodeos, este artículo venía a cuento de una sensación extraña que viví have unos días con unos buenos amigos; que me trajo a la cabeza, las razones por las que uno toma la decisión de dar ese paso; de contraer matrimonio.
Todos vivimos ese hormigueo en el estómago que se produce en ese momento en que lo pides o te lo piden, es algo muy especial; esa incertidumbre, ese.. ¿le hará ilusión? ¿será demasiado pronto? ¿se asustará? Todas esas miles de preguntas que se nos pasan por la cabeza y a las que ahora las personas homosexuales hemos de añadir ¿nos dejará el próximo gobierno?. Sí amigos, porque aunque parezca increíble esa pregunta se ha unido ha nuestras vidas en los últimos meses. Suena raro que un programa electoral se base en impedir que mi chico y yo junto con nuestras dos madres subamos de la mano la escalera que conduce al salón de plenos municipal para, delante de nuestros amigos y familia, darnos el “sí, quiero”, pero por desgracia es así.
Cuando el pasado junio se casaron nuestros amigos Mau y Migui, nuestro amigo óscar saltó como un verdadero cohete para coger el ramo que lanzó Mau, para a renglón seguido hincar su rodilla en la hierba y pedirle a Jose; su novio, si se quería casar con él. Fue algo simbólico porque éramos muchos los que ya sabíamos que tenían ganas de dar ese paso, pero fue como el simbolismo que faltaba y una plasmación de esa imagen colectiva que todos tenemos y que comentaba al inicio.
Después de ese paso viene lo más difícil, escoger restaurante, fotógrafo, fecha…. Vamos ¿qué os voy a contar? Y sobre todo, lo peor, el dinero para llevarlo a cabo. Es por este último motivo, que Jose y Óscar habían decidido retrasar la boda al año siguiente y dedicar los ingresos de este año a acabar la reforma de su piso. Todo eso es lo normal, es lo que haría cualquier persona “normal”, salvo que hubo un momento en que pensaron ¿y si el año que viene no nos dejan casarnos?. Es por ello, que y según palabras textuales de uno de ellos “debido a la situación política”, fueron al juzgado y contrajeron matrimonio dejando el boato y la celebración para momentos más propicios.
Unos días atrás nos liaron a varios amigos para una barbacoa y al acabar de comer nos lo dijeron. Fue muy bonito pero al mismo tiempo fue duro, fue muy duro ver que ,cuando todavía mucha gente de este país aún no ha reunido valor para decirle a su familia que va a contraer matrimonio con una persona de su mismo sexo, haya alguien que base su estrategia para llegar a la Moncloa en destruir los derechos de una parte importante de nuestra sociedad.
Hay veces que uno piensa: ¿todo lo que llevamos luchado no sirve de nada?
Isaac Gonzalez
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